Ayer por la mañana tuve que ir volando a Inspección con mucho estrés y muchas prisas (me dieron un susto otra vez a cuenta de mis prácticas) y casi me da un telele. Lo más surrealista es que no encontraba la puerta porque no tiene cartel y está (¡atención!) en una pared cochambrosa llena de graffitis (que digo yo que a quién querrán despistar). Parecía aquello sacado de Blade Runner pero sin bruma. Igual. Y yo, al borde del infarto.
El caso es que pensé que hoy, cuando la adrenalina del momento hubiera desaparecido, se me iba a caer el pie, pero no ha sido así. Sigo entera, con los tornillos en su sitio y sin necesidad de tobillera (y con los papeles entregados). ¡Olé! Crucemos los dedos ahora que todo vaya bien.